1 Juventudes Andalucistas Alcalá de Guadaíra: En el 125 aniversario de su nacimiento. Blas Infante Perez

lunes, 24 de mayo de 2010

En el 125 aniversario de su nacimiento. Blas Infante Perez


BLAS INFANTE PÉREZ (1885-1936). El reconocido con el decimonónico y libertador título americanista de Padre de la Patria Andaluza, tanto por el Parlamento de Andalucía (abril de 1983), como por el Congreso de los Diputados (noviembre de 2002), nació en la localidad malacitana de Casares el 5 de julio de 1885.
De padres sencillos, cursa sus primeros estudios en el internado del colegio de los Escolapios en Archidona examinándose por libre en los Instituto de Cabra y Málaga. A estos primeros años fuera de su casa y a sus recuerdos de niño, irían para siempre asociada su sensibilidad ante un mundo jornalero que le impacta en sus formas y por su insuficiente calidad de vida.
Ya en 1905 ingresa en la Universidad de Derecho de Granada donde obtiene la licenciatura con brillantes resultados para, posteriormente, acceder a una carrera notarial que le depara su primer destino en Cantillana (Sevilla) allá por el año 1910. Será en esta localidad donde toma contacto, de la mano de Antonio Albendín, con el georgismo, corriente económica asociada al socialismo utópico que defendía el valor del trabajo por encima del precio de la propiedad. En la primera etapa de su vida, esta tesis impregnará a un Blas Infante deseoso de buscar soluciones al problema de la tierra que viene observando a lo largo de toda su vida, en paralelo, a la toma de contacto que mantiene con el Ateneo de Sevilla como significativo centro cultural de la época.
En su devenir, Infante acabará desencantado de uno y otro ámbito, pero no cabe duda que ambos supondrán un nutriente fundamental en la formación de su ideología y proyecto. Con los primeros, participará activamente en el I Congreso Internacional Georgista celebrado en Ronda en mayo de 1913, así como en las páginas de su medio oficial El Impuesto Único. Incluso, con el citado foro hispalense, participará del impulso de la revista culturalista Bética una vez recibe las primeras influencias de un regionalismo pequeño burgués que reflexiona y promocionaba un proyecto vertebrador mancomunal de Andalucía a través de las páginas de El Liberal y, por medio de entusiastas exaltaciones Florales. El propio Infante, presenta una ponencia en la aludida sede ateneísta llamada El Ideal Andaluz embrión de los que será en 1915 un primer libro “joven y de juventud”, como él mismo lo define.
Como hemos advertido, estos primeros titubeos económicos y culturales, aún siendo importantes por cuanto su carácter iniciático, son superados en la medida que se perfila la réplica a unos problemas cuya respuesta debe partir sólo desde la propia voluntad y energía de los andaluces. En la medida que la reflexión personal inicia sus pasos para transformarse en movimiento colectivo y, como veremos, toma contacto con otras ideologías emergente de la época, Infante no sólo rechaza las propuestas de un regionalismo conservador que le presenta Cambó, sino que comienza a definir su opción como una necesidad de evidentes dimensiones políticas por encima de otras consideraciones sectoriales y, como una respuesta de igual índole, a la dimensión caciquil, centralista y monárquica de la Restauración.
La superación de esta primera etapa da lugar a importantes y significativos cambios que demuestran hasta que punto las primeras posiciones quedan atrás. Infante, en su prioritaria respuesta política rompe con la ortodoxia georgista y la ilustración burguesa ateneísta, y emprende la creación de los llamados Centros Andaluces, entidades desde las que, por diversos puntos de Andalucía y fuera de ella, se difunde un novedoso discurso alternativo para esta tierra. A partir de ellos concretará unos nuevos símbolos identitarios (hoy día reconocidos institucionalmente), y cuyo programa aspira a concretarse en la Asamblea de Ronda de 1918 en lo que es el primero de los intentos por madurar el movimiento en orden ideológico y estratégico. Para esta nueva dimensión social el colectivo se dota de dos importantes instrumentos: la revista mensual Andalucía (1916-1920) y las páginas del semanario El Regionalista (1917-1920), autotitulado significativamente: Defensor de los intereses autonómicos de Andalucía. Precisamente, en respuesta a las conclusiones de la cita rondeña, el Centro Andaluz de Sevilla en representación de sus homólogos, solicita a la Diputación y al Ayuntamiento hispalense “se dirija a los poderes centrales (...) a fin de que concedan por decreto la autonomía (...) en iguales términos que a las demás de España”. Texto al que no dudamos de calificar, aún sin efecto, como la primera petición de autonomía política que se realiza para Andalucía.

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